En la etapa adulta el 60% de nuestro peso corporal está compuesto por agua, convirtiéndose así, en uno de los principales nutrientes para nuestro organismo y desempeñando múltiples funciones vitales que resultan esenciales para el perfecto funcionamiento de nuestro organismo.
Pero a pesar de esta gran relevancia para nuestro bienestar y salud, cabe resaltar que el cuerpo humano no tiene capacidad para almacenar agua y que nuestro organismo pierde en torno a dos litros y medio por la respiración (400 ml), el sudor (350 ml), la orina (1.500 ml) y las heces (150 ml).
Por ello, la cantidad de agua que se elimina cada 24 horas debe ser restituida para mantener el equilibrio hídrico del organismo. Entendiendo entonces que realizamos una adecuada hidratación o un balance hídrico equilibrado cuando en nuestro cuerpo la diferencia neta entre el agua incorporada y el agua eliminada tiende a cero.
Es por estos motivos que numerosos expertos procedentes del campo de la salud y las principales instituciones a nivel mundial y europeo como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), recomiendan una ingesta total de agua entre 2 y 2,5 litros al día para las mujeres adultas y entre 2,5 y 3 litros al día para hombres adultos, bajo condiciones normales de actividad y temperatura. Indicando además que el 80% sea por ingesta directa de agua y un 20% a través de los alimentos que ingerimos.
Para mantener un estado saludable a lo largo de esta etapa de la vida es imprescindible que nos aseguremos de estar correctamente hidratados. Hay que tener en cuenta y especialmente en esta etapa, que se caracteriza generalmente por llevar un alto ritmo de vida, que el cuerpo pierde agua constantemente, también al realizar actividades cotidianas, al trabajar, cuando se estudia, al conducir, cuando realizamos deporte, salimos a caminar, al ir de compras o realizar tareas domésticas y en la que se pueden perder más cantidad de agua de lo habitual.
En esas circunstancias, las necesidades hídricas pueden llegar a multiplicarse varias veces. Llevar en nuestra mochila, bolso o tener a mano mientras cocinamos, en la mesa o área de estudio o de trabajo una botella de agua mineral, son algunas de las rutinas que nos recuerdan la necesidad de beber agua a lo largo del día y tener presente la importancia de adquirir unos hábitos de hidratación sanos y saludables para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, y la relevancia que tiene una ingesta de agua adecuada y de calidad, para la salud y bienestar en esta etapa de nuestra vida.
Pero no solo es importante asegurarnos que bebemos la cantidad de agua adecuada para garantizar una correcta hidratación en todas las circunstancias vitales y edades, sino la calidad de la misma.
Ciertamente, esa calidad queda garantizada cuando cubrimos las necesidades hídricas de nuestro organismo con Agua Mineral Natural, por sus especiales características, ya que son aguas subterráneas bacteriológicamente sanas y caracterizadas por su pureza original y su riqueza en minerales y oligoelementos.
Poseen una composición mineral específica que depende de la geología por la que se filtran de forma natural y que permanece siempre estable. Dicha composición mineral estable puede consultarse en la etiqueta.
Precisamente, según la composición de cada agua mineral natural, podemos beneficiarnos de sus minerales y oligoelementos característicos que son esenciales para el equilibrio y la salud de nuestro organismo, llegando a cubrir entre el 5% y el 8% de nuestras necesidades diarias.
Está científicamente demostrado que estos minerales favorecen, por ejemplo, la densidad mineral de nuestros huesos, previniendo la osteoporosis. Desde el punto de vista de la salud cardiovascular, las personas que padecen hipertensión no encontrarán problema en la ingestión frecuente de Agua Mineral.
Adicionalmente, hay que tener en cuenta que distintos estudios científicos desarrollados con aguas minerales de diferentes tipos han encontrado también un potencial beneficio en su consumo al reducirse las tasas de colesterol sanguíneo.
Pero el consumo de agua mineral reporta, además, una serie de beneficios nutricionales con repercusiones saludables, debido a su carencia de calorías ayuda a mantener la línea y a prevenir el sobrepeso. Por ello, es la bebida ideal para incluir en nuestra dieta; no es sólo que el agua mineral no engorda, algunos expertos señalan incluso que beber agua puede ayudar a adelgazar. Un estudio publicado en 2003 en Estados Unidos por The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism muestra que la ingesta de 500 ml de agua puede aumentar la termogénesis, temporalmente, activando el metabolismo en mayor medida (un 30%) lo que provocaría que el cuerpo quemase un mayor número de calorías.
También beber agua antes de las comidas puede estar relacionado con una disminución del apetito. Existe otro estudio, realizado en personas mayores no obesas, y publicado en 2008 por el Journal of the American Dietetic Association, que indica que beber 500 ml de agua, media hora antes del desayuno, reduce la cantidad de calorías que ingieres con esa comida. Por último, un estudio publicado en 2010 por Obesity, the Journal of the Obesity Society of Silver Spring, demuestra que las personas que bebieron 500 ml de agua antes de las comidas, perdieron más peso que aquellos que no la bebieron realizando la misma dieta.
Por todo ello, el Instituto de Investigación Agua y Salud considera la ingesta adecuada de agua mineral natural como un elemento esencial para lograr unos hábitos de hidratación sanos y de calidad, junto a una dieta equilibrada y la actividad física moderada para lograr un estilo de vida saludable.
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