El bebé necesita mucha mayor cantidad de agua en relación con su peso corporal que el adulto. Esto se debe a que las necesidades de agua dependen de las necesidades energéticas por lo que el bebé necesita mucha mayor cantidad de energía en esta primera etapa de la vida, para conseguir tan importantes logros en su crecimiento y desarrollo psicomotor.
Los lactantes deben ser considerados de forma especial en cuanto a las pérdidas y requerimientos de agua. En comparación con los niños y los adultos, los lactantes tienen:
- Mayor contenido corporal de agua por kg de masa corporal.
- Mayor área de superficie por kg de masa corporal.
- Menor desarrollo de los mecanismos de la sudoración.
- Limitada capacidad de excretar los solutos.
- Menor capacidad de expresar la sed.
En los primeros seis meses de vida, la ingesta media de leche humana es de 0,78 l/día. Como el 87%, aproximadamente, del volumen de la leche humana es agua, la ingesta adecuada (IA) de agua se ha estimado en 0,7 l/día. La ingesta media diaria de agua a partir de todas las fuentes (leche, papillas y agua de bebida como tal) en el primer año de vida se ha calculado en 110-130 ml/kg/día.
De los seis a los doce meses, y según los datos de una encuesta en población infantil norteamericana (CSFII), la ingesta de agua procedente de las bebidas y alimentación complementaria se estima en 0,32 l/día. Además hay que sumarle 0,52 l/día, que es el resultado de calcular el 87% de 0,6 l/día de lactancia materna. Así pues, el agua total calculada es de 0,84 l/día, que por redondeo se estima en 0,8 l/día. (Informe Científico «El Agua Mineral Natural bebida recomendable para la infancia»).
Hay que tener en cuenta también que durante el primer año de vida, las principales pérdidas de agua son fundamentalmente por la orina y por las llamadas pérdidas insensibles (la piel y los pulmones).
En este sentido, las pérdidas por la orina suponen más del 50% de las pérdidas de agua y las pérdidas por la piel y los pulmones son del orden del 40%.
En cuanto a las pérdidas de agua por las heces, éstas son de un 50% aproximadamente, aunque con diarrea pueden llegar a ser de hasta ocho veces más. También es posible que pierdan agua por sudoración, que puede ocurrir pronto tras el nacimiento, pero no en todos los niños.
Por otro lado, el bebé tiene un sistema inmunitario menos desarrollado por lo que es más susceptible a infecciones, por tanto, es importante fijarse en el tipo de agua que tomará el lactante.
Las aguas minerales naturales son microbiológicamente sanas porque tienen su origen en acuíferos subterráneos totalmente preservados de toda contaminación química y bacteriológica.
Se distinguen de las restantes aguas de consumo humano por su pureza original y por no haber sido tratadas químicamente. Por tanto, el agua mineral natural puede utilizarse para preparar el biberón y las papillas del bebé sin necesidad de hervirla.
El agua mineral natural NO necesita ser hervida para preparar los alimentos infantiles en el primer año de vida, ya que, por definición, es pura en origen, tanto bajo el punto de vista químico como microbiológico. Esta pureza original se mantiene una vez envasada hasta el consumidor final.
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