El agua mineral, una bondad de la naturaleza para la salud de todos
No es sólo que el agua sea un elemento indispensable para la vida, es que el agua es también el principal componente de nuestro cuerpo, es decir, las personas somos prácticamente agua. En un adulto el 70 por ciento del peso corporal es agua. En un niño este porcentaje puede ser incluso mayor. El agua, además, es el nutriente esencial para el crecimiento y el desarrollo de los seres vivos.
Para mantener un estado saludable a lo largo de toda nuestra vida es imprescindible que nos aseguremos de estar correctamente hidratados. Cada edad y cada circunstancia requieren una hidratación especial. Es conveniente que estemos atentos a las necesidades de agua de cada caso y cada persona pero también, del mismo modo que nos preocupa la limpieza del aire que respiramos, es muy importante que nos ocupemos de asegurar la calidad del agua que ingerimos, puesto que esta agua va a convertirse en parte de nosotros, entrando a formar parte de cada una de nuestras células.
En general, el agua disponible para el consumo humano presenta dos orígenes fundamentales: superficial y subterráneo. Las aguas superficiales –lluvia, ríos, lagos…- pueden ser aptas para el consumo, sin embargo, al estar expuestas tanto a factores meteorológicos, que pueden influir en su composición, como a la acción del hombre, resulta imprescindible someterlas a diferentes tratamientos fisicoquímicos con el fin de evitar la posible transmisión de enfermedades.
Estos tratamientos, aunque garantizan su potabilidad, alteran también la pureza original del líquido elemento. Las aguas subterráneas son las que, como su nombre indica, tienen su origen en un estrato o yacimiento subterráneo, en el que pueden permanecer protegidas por la corteza terrestre durante miles de años, manteniendo su calidad y características inalteradas hasta el momento en el que se envasan. Son aguas puras, con una composición mineral constante y, por ello, la opción recomendada para el consumo humano.
Por otra parte, el agua mineral está siendo considerada, cada vez más, un referente gastronómico esencial. En primer lugar porque no altera ni enmascara el sabor de los diferentes platos. En segundo, porque algunas aguas minerales, como las bicarbonatadas, pueden actuar favoreciendo la digestión, ayudando a nuestro organismo y consiguiendo así que la comida resulte más placentera.
Pero el consumo de agua mineral reporta, además, una serie de beneficios nutricionales con repercusiones saludables. En primer lugar, su carencia de calorías ayuda a evitar la obesidad, algo que, en una época como la actual, donde el sobrepeso y la obesidad alcanzan cifras de auténtica epidemia, no es nada desdeñable. De nuevo, esta característica es válida para consumidores de todo tipo.
La ausencia de aporte energético del agua mineral no significa, sin embargo, que no pueda contener minerales muy convenientes para el equilibrio y la salud de nuestro organismo. Esto es así claramente en el caso del calcio y el magnesio, así como en el todos los minerales que pueden encontrarse en este tipo de aguas y que vienen indicados claramente en las etiquetas de los envases con el fin de que el consumidor pueda elegir el agua mineral que más le convenga de acuerdo a sus necesidades.
Está científicamente demostrado que estos minerales favorecen, por ejemplo, la densidad mineral de nuestros huesos, previniendo la osteoporosis. Desde el punto de vista de la salud cardiovascular.
Con ello, incluso los hipertensos no encontrarán problema en su ingestión frecuente. Adicionalmente, hay que tener en cuenta que distintos estudios desarrollados con aguas minerales de diferentes tipos han encontrado también un potencial beneficio en su consumo al reducirse las tasas de colesterol sanguíneo.
En el mercado hay numerosas bebidas que el consumidor podrá adquirir movido por sus etiquetas llamativas, por sus sabores intensos o por otras características. Pero ninguna de ellas podrá compararse con el agua mineral natural: una bebida apta para todos y que en todos produce beneficios: nos hidrata, calma la sed y contribuye al mantenimiento y a la mejora de la salud en general.
D. Jesús Román Martínez
Presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA).
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