Comienzan las lluvias, bajan las temperaturas y los días se acortan. Un manto otoñal cubre los campos y las hojas abandonan los árboles para volar libres. Es temporada de aguaceros y chaparrones, mucho agua, si… pero no por ello nuestro organismo está más hidratado, ¿verdad?
Y es que nuestro cuerpo sigue necesitando ingerir la misma cantidad de agua de siempre, que no te engañe la humedad. La Organización Mundial de la Salud recomienda beber entre 2 y 3 litros de agua cada día para mantener nuestro cuerpo bien hidratado. Aunque esas cantidades varían en función de la edad, el sexo y la actividad física.
El cuerpo debe hidratarse en todas las estaciones del año y es precisamente en épocas cómo ésta, cuando debemos extremar las precauciones, puesto que al no sentir el efecto del calor es posible que disminuya nuestra sensación de sed y por ello, bebamos menos. La sed es un mecanismo que nuestro cuerpo activa cuando los niveles normales de hidratación disminuyen. Así que, cuando la sed aparece es tarde y ya ha comenzado el proceso de deshidratación.
Cuidado con la deshidratación
El no beber la cantidad suficiente de agua, puede provocar malestar físico y mental, mareos, fatiga o confusión. La deshidratación provoca una caída de la capacidad de concentración en un 15% y una disminución de la memoria a corto plazo del 10%. El último informe del Instituto de Investigación Agua y Salud sobre Rendimiento Cognitivo, Hidratación y Agua Mineral, pone de manifiesto que con una pérdida de agua del 3% podemos sufrir fuertes dolores de cabeza, alteraciones en la destreza y desorientación temporal y espacial.
Por lo tanto, si en esta vuelta al cole, queremos rendir a tope en nuestros estudios o trabajo, debemos beber a menudo sin esperar a tener sed. Beber agua con asiduidad debe convertirse en un hábito saludable. Sin embargo, un elevado porcentaje de la población bebe una cantidad mucho menor de la necesaria y se encuentra al límite de la deshidratación.
El agua es vida y la mejor manera de estar hidratado es tener siempre una botella de agua mineral cerca. De esta forma, beberemos, en cualquier momento y lugar, la cantidad de agua necesaria para que nuestro cuerpo funcione perfectamente, con energía y vitalidad.
El agua mineral es 100% natural, procedente de la lluvia y la nieve, y que tras ser drenada por la tierra, viaja durante un tiempo, que puede ser incluso miles de años, hasta el acuífero subterráneo en el que permanece libre de la polución ambiental. De esta forma, mantiene inalterables sus propiedades, sus minerales y sus oligoelementos beneficiosos para la salud.
El agua es un nutriente esencial que actúa como hidratante y transporta sustancias por el organismo, a la vez que proporciona soporte a toda la actividad celular. Es un producto alimentario natural con efectos saludables, que suministra los minerales necesarios para el buen funcionamiento de nuestro organismo, elimina desechos y favorece la digestión.
El agua mineral es un agua natural, sana, saludable y de confianza, que llega a nosotros en su estado de pureza original. Bebiendo agua mineral, siempre sabemos exactamente lo que estamos bebiendo.
Su composición mineral específica permanece constante en el tiempo y depende de las rocas por donde se filtra de forma natural, así como el tiempo, profundidad y temperatura en la que se encuentren en el manantial subterráneo. En España existen más de 100 tipos distintos de aguas minerales, que se diferencian por la composición mineral que caracteriza a cada una de ellas.
Así que ya sabes, este otoño, te acordarás de la importancia de estar bien hidratada cuando abras tu botella de agua mineral y disfrutes de sus cualidades singulares, aunque tengas que sacar el paraguas a pasear… 😉