Como ya os contábamos en nuestro anterior post, en la Europa del siglo XVIII, los beneficios de las aguas minerales de los balnearios provocaron que éstas pasasen a ser utilizadas como “medicamento”, por los usuarios de estos centros de salud. Pero, ¿qué pasó después? ¿Cómo llegaron hasta los lineales de los supermercados constituyendo el producto alimentario que hoy podemos disfrutar en cualquier momento y lugar?
El presidente del Comité Científico del Instituto de Investigación Agua y Salud (IIAS), Francisco Maraver, desvela los detalles en un artículo publicado en la revista “Medicina Naturista”, del que nos hacemos eco en nuestro blog.
La petición de los visitantes de los balnearios de poder seguir beneficiándose también en sus hogares de las propiedades únicas de las aguas minerales, conocidas entonces como “minero-medicinales”, hizo que, poco a poco y, casi sin darse cuenta, fuesen dando el salto hasta las tiendas de alimentación.
Es en este momento cuando el consumidor comenzó a valorar el agua envasada como un alimento natural que, en muchas ocasiones, facilita la digestión y la eliminación de líquidos y, cuenta además, con unas garantías sanitarias absolutas procedentes de su pureza en origen.
Así, el agua envasada pasó de la farmacia, poco a poco, a encontrarse en los restaurantes y canales de distribución alimentaria y de bebidas. Asimismo, las mamás comenzaron a utilizarlas para la preparación de alimentos infantiles, como producto de confianza.
Un nuevo envase
Este cambio y evolución de las aguas minerales se dejó ver también en el envase donde las etiquetas perdieron el aspecto formal de “medicina”. En algunos casos, incluso, desaparece la propia etiqueta en papel para dar lugar a la serigrafía en el vidrio pero siempre, eso sí, mostrando el análisis físico-químico completo del agua minero-medicinal e indicando sus posibles beneficios para la salud. Un hecho, este, que siempre ha caracterizado a las aguas minerales naturales: el poder ofrecer al consumidor toda la información acerca del origen y características del agua que bebe.
En concreto, en los años 70 del siglo pasado, “Armijo, en su Compendio de Hidrología Médica señalaba 106 balnearios y 71 envasadoras”. En concreto, en esta imagen (Figura 1), se muestran los balnearios que en aquellos años envasaban sus aguas.
Las aguas minerales como producto de consumo
“A finales de los años 60 y principios de los 70 del siglo XX se produjeron una serie de acontecimientos y circunstancias que han hecho posible que las aguas minerales se convierta en lo que es hoy en día: un producto de consumo alimentario”.
Así, entre los hechos que han posibilitado que en los últimos 30 años en España se hayan incrementado considerablemente la producción y el consumo, destacan los siguientes:
- La utilización de envases ligeros de plástico que facilita al consumidor un acceso rápido y cómodo al producto.
- “El incremento demográfico, que hace que las Administraciones públicas, sobre todo en determinadas regiones, tengan verdadera dificultad para facilitar agua de calidad en la red pública”, de manera que, en estos casos, el agua envasada adquiere, en ocasiones, un valor de carácter sustitutivo.
- “Un desarrollo legislativo específico, que comienza en nuestro país con la entrada en vigor, en 1974, del Código Alimentario Español; la elaboración de sucesivas Reglamentaciones Técnico-Sanitarias, para finalizar por asumir, las Directrices Comunitarias que rigen desde 1980”.
- La valoración del agua mineral natural como alimento saludable, de composición constante, que puede aportar nutrientes y oligoelementos con todas las garantías, por su pureza en origen.
Asimismo, el material de envasado que, en los primeros años fue exclusivamente vidrio, pasó a ser mayoritariamente el plástico (PET, principalmente), seguido del vidrio, papel/cartón y otros, presentándose al consumidor en multitud de formatos.
“Las menciones del etiquetado están estrictamente reguladas y, en el caso de las Aguas Minerales Naturales es obligatorio que contengan los componentes mineralizantes principales”.
También cabe destacar la comercialización del agua mineral natural por los diferentes canales de distribución de alimentación para el consumo en el hogar, o su presencia en hostelería u otros sistemas de ventas como las máquinas de “vending”.
Sin lugar a dudas, hablar de agua mineral es hablar de un agua no solo segura y de calidad, sino con una historia marcada por sus beneficios saludables.
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