Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) señalan que la ingesta necesaria de agua al día, en condiciones normales de actividad y temperatura, es de 2-2,5 litros para las mujeres y 2,5-3 litros para los hombres.
Pero a veces se hace necesario prestar atención a otros factores e incluso incrementar la ingesta. Y es que, como dice la canción, “Todo depende…”.
En función de la etapa o periodo de la vida en el que nos encontremos, nuestro cuerpo tendrá unas necesidades u otras, para así poder llevar a cabo correctamente sus funciones vitales. En concreto, al hablar de necesidades, nos referiremos a una de las más básicas y, por ende, importantes: la hidratación. Pero, ¿sabes cuáles son las tuyas?
Un claro ejemplo de la modificación de estas necesidades se refiere a las que el organismo experimenta desde el momento de nuestro nacimiento hasta alcanzar la etapa más adulta, periodo en el que la sensación de sed se ve reducida hasta niveles que, de no seguir unos buenos hábitos de hidratación, podemos llegar a poner en peligro nuestra salud.
El hecho de que nuestro organismo esté compuesto por un 60% de agua y de que, cada día, expulsemos alrededor de los dos litros y medio a través de la orina, heces, sudor y respiración, hace que necesitemos recuperar el agua perdida. Y, ¿cómo hacerlo? La respuesta es sencilla: a través de una adecuada hidratación que permita reponer la cantidad de agua necesaria para garantizar el mantenimiento de nuestro equilibrio hídrico a lo largo de todo el día.
Primeros años de vida
Si hay algo que no se puede poner en duda es que, desde que nacemos, necesitamos agua. En concreto, el bebé requiere una mayor cantidad de esta, en relación con su peso corporal, que un adulto. Curioso, ¿verdad? Pero, todo tiene una razón. Las necesidades de agua dependen de las necesidades energéticas y, especialmente los bebés, en la primera etapa de su vida, demandan una mayor cantidad de energía para poder llevar a cabo su correcto crecimiento y desarrollo psicomotor. Así, hasta que cumplen su primer año, precisan entre 0,7-0,8 litros de agua al día.
Además, según el informe científico “El Agua Mineral Natural, bebida recomendable para la infancia”, los bebés tienen un sistema inmunitario menos desarrollado, y son más susceptibles a infecciones, por lo que tan importante es la cantidad de agua que ingieran, como la calidad de la misma.
Ante esta afirmación no podemos olvidar las recomendaciones de los expertos, quienes señalan que, tanto para la preparación de biberones y papillas, el Agua Mineral Natural es, gracias a su composición y pureza, la bebida idónea para garantizar una correcta hidratación en el bebé.
Durante la infancia
En esta etapa de la vida, que transcurre desde los 12 meses a los 8 años, las necesidades de hidratación se incrementan hasta alcanzar una media de 1,8 litros de agua diariamente y, a partir de los 9, hasta los 2,5 litros en los niños y 2,2 en las niñas.
Además, al tener una composición química estable y fácilmente reconocible, con tan solo consultar el etiquetado, el Agua Mineral Natural permite al pediatra indicar un tipo de agua u otro, en función de las necesidades o preferencias del pequeño.
Adultos
Más adelante, en la edad adulta, el 60% de nuestro peso corporal es agua. Esta es la razón que explica que esta sea uno de los principales nutrientes del organismo, al desempeñar múltiples funciones vitales esenciales para gozar de una plena salud.
Por tanto, además de las recomendaciones generales de la OMS y la EFSA, en los casos en los que existan altas temperaturas o condiciones de extrema humedad, y se esté realizando un esfuerzo físico (deporte, trabajo…), la cantidad necesaria de agua al día puede llegar a elevarse a los 3 ó 4 litros, tal y como asegura Jesús Román, secretario del Comité Científico del Instituto de Investigación Agua y Salud (IIAS).
Para que sea posible mantener una hidratación adecuada a lo largo del día, el secretario del Comité Científico del IIAS recomienda:
Llevar en la mochila o bolso, o tener a mano mientras estamos en casa o en el trabajo, una botella de agua mineral, pudiendo de esta manera, realizar la ingesta mediante pequeños sorbos de agua, en intervalos de tiempo frecuentes, distribuidos a lo largo del día.
Ante todo, se trata de evitar la sensación de sed que, según Román, “constituye ya una señal de alerta al tratarse del primer síntoma de una posible deshidratación leve y, por lo tanto, de una posible merma apreciable, en el rendimiento físico y cognitivo”.
Embarazo
La formación del líquido amniótico, el crecimiento del feto y el mayor gasto energético que se producen durante el embarazo incrementan las necesidades de agua de la mujer durante este periodo. Para que éstas sean cubiertas, los expertos señalan la necesidad de aumentar la ingesta diaria de agua en, al menos, 300 mililitros, por lo que la cantidad diaria necesaria se incrementa a los 2,300 litros de agua, distribuidos a pequeños sorbos, de manera frecuente y siempre evitando la sensación de sed, ya que este puede ser el primer síntoma de una deshidratación leve.
“El Agua Mineral, por su pureza y composición en minerales y oligoelementos, así como por carecer de tratamientos químicos o bacteriológicos alguno para su desinfección, se convierte durante el embarazo en un agua esencial para asegurar la correcta hidratación de la futura mamá y su bebé”, explica Jesús Román.
Mayores
A partir de los 60 años, la cantidad de agua presente en el organismo presenta un importante descenso. En concreto, en los hombres llega a representar el 60%, mientras que en las mujeres el 50%.
Cabe destacar la disminución en la sensación de sed que se produce en esta etapa de la vida. Este hecho, unido a la presencia de ciertas enfermedades, el consumo de algunos fármacos -que puede alterar la sensación de sed- y las condiciones climáticas adversas, son algunos de los factores que convierten a los mayores de 60 años en uno de los colectivos de mayor riesgo de deshidratación. La psicóloga experta en hidratación, Silvia Álava, lo explica en este artículo:
… y porque el Agua Mineral Natural es una de las formas más sana y pura de hidratarnos
El Agua Mineral es un agua procedente de acuíferos, de origen subterráneo, protegidos de toda contaminación. Como bien asegura Francisco Maraver, presidente del Comité Científico del Instituto de Investigación Agua y Salud (IIAS),
El Agua Mineral Natural es una garantía de pureza y calidad, ya que se trata del agua que cae de la lluvia y se filtra por la naturaleza, hasta que llega al acuífero y, posteriormente, es envasada a pie de manantial desde su origen.
Gracias a su pureza, las aguas minerales “no necesitan ni reciben ningún tratamiento químico ni bacteriológico para su desinfección, por lo que son envasadas en origen con unas condiciones de extrema asepsia que permiten llegar al consumidor con las mismas propiedades que tiene en la naturaleza”, añade Maraver.
Entre el resto de características que convierten al agua mineral en un producto único y singular, se encuentran las siguientes:
- Su origen es subterráneo y están libres de cualquier riesgo de contaminación.
- Cada agua mineral tiene un sabor y composición única e inalterable en minerales, que permanece constante en el tiempo.
- No existen dos aguas minerales iguales. Para poder distinguir su composición y saber el agua que bebemos, tan solo es necesario consultar el etiquetado.
- No contiene calorías. Por ello, constituye una bebida esencial para ayudar a llevar un estilo de vida saludable.
Y ahora, volviendo al titular con el que iniciábamos este post, ¿has visto que en temas de hidratación todo depende?:
- De la edad.
- De la etapa de la vida.
- De la calidad del agua que ingerimos…
En definitiva, si el agua es la bebida esencial para vivir, está claro que el agua mineral, por su pureza y calidad, constituye un acompañamiento esencial para gozar de una buena salud.
Por eso, coge tu botellita de Agua Mineral
y… ¡llévatela a todas partes!
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