Preparar el coche para los desplazamientos del verano es crucial para realizar el viaje en las mejores condiciones posibles. Un elemento fundamental, por sus consecuencias en la capacidad de respuesta del conductor y su bienestar durante todo el trayecto es la hidratación.
Es importante que la persona que conduce esté debidamente hidratada, un proceso que comienza horas antes de ponerse en ruta. Incluso entidades europeas como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), han reconocido la función crucial del agua no sólo en el rendimiento físico sino también en la capacidad de reacción, la atención y la concentración. Con la pérdida de agua del organismo, decaen la percepción, la atención, la memoria, el rastreo visual motor, el pensamiento y el rendimiento psicomotor.
Expertos en esta materia nos explican que la relación entre el nivel de hidratación y el rendimiento cognitivo es razonablemente sencilla: Cuando disminuyen los niveles de agua en el cuerpo, la sangre que alimenta las células del cerebro lleva menos oxígeno, de ahí que el cerebro no pueda funcionar de forma óptima.
El Dr. Antonio Pérez, especialista en Medicina del Trabajo de Previlabor, recuerda la importancia de la hidratación al volante y nos indica:
Diversos estudios señalan que la deshidratación puede tener consecuencias similares a la ingesta de alcohol, ya que producen fatiga, reducción de la capacidad de reacción, cansancio, etc.
Ya no sólo se trataría de beber antes de tener sed, sino de asegurarse de que en el momento de emprender el camino estamos en estado adecuado respecto a los niveles de hidratación.
Un Informe Científico elaborado por expertos del Instituto de Investigación Agua y Salud señalan que:
- La deshidratación “moderada” (en un intervalo del 2,5 al 2,8% de pérdida de peso corporal) implica, efectivamente, cambios significativos en la capacidad cognitiva, en la capacidad de atención y en el aumento progresivo de la fatiga física y mental.
- Cuando se alcanza un grado de deshidratación del 3% -prosigue este estudio-, hay una disminución del flujo sanguíneo cerebral, suficiente para inducir desorientación y dolores de cabeza.
- Con un 4% de deshidratación, la velocidad aritmética y motora muestran una disminución aún más acusada.
- A partir del 6% de deshidratación es frecuente que se produzcan delirios o alucinaciones”, reza el informe.
¿Cómo debemos hidratarnos al volante?
Javier Martínez, profesor de la Autoescuela Lara, recuerda que es vital beber antes de tener sensación de sed, hacerlo con frecuencia y en pequeñas cantidades.
Este experto sintetiza en cuatro las recomendaciones clave:
- Beber sin esperar a tener sensación de sed.
- Tener a mano una botella de agua y dar pequeños tragos a intervalos de 20 ó 30 minutos.
- Aprovechar los altos en el camino para beber de nuevo, y, por supuesto, abstenerse de consumir cualquier bebida con alcohol.
El Dr. Pérez recomienda prestar atención a nuestra alimentación antes y durante el viaje, evitando alimentos que inducen la deshidratación. Por su parte, Javier Martínez recuerda que es conveniente evitar aquellos de difícil digestión. En ambos casos, se recomienda que se sustituyan por una alimentación variada y equilibrada rica en vegetales, verduras y frutas.
Asimismo, nos recuerda que el agua cumple una función “similar a la de un lubricante” en las articulaciones, de forma que cuando sus niveles en el organismo están por debajo de los que se consideran óptimos es posible experimentar sensación de rigidez o incomodidad, algo que puede desviar nuestra atención de la carretera. Del mismo modo, por sus consecuencias en la hidratación y en el bienestar general del conductor recuerda que es importante elegir ropa holgada, cómoda y que nos permita transpirar con normalidad.
El especialista ofrece además un indicio que puede ayudar a vigilar por cuenta propia los niveles de deshidratación durante el viaje: la orina. Si observamos en ésta un color amarillo claro, es síntoma de que estamos correctamente hidratados, mientras que a medida que se oscurece puede ser una señal de deshidratación.
Los expertos del Instituto de Investigación Agua y Salud nos señalan que mientras conducimos no es solo importante beber la cantidad adecuada de agua (unos 150 ml) aproximadamente cada hora, si no asegurarnos de la calidad de la misma.
Ciertamente, esa calidad queda garantizada cuando se trata del Agua Mineral Natural porque es pura y sana de origen, libre de tratamientos químicos y mantiene una composición mineral constante.
Un viaje más seguro:
Si realizas un viaje de larga distancia no olvides establecer tu ”Plan de Hidratación” para ello debes tener en cuenta:
- La distancia, el tiempo estimado de viaje y el número de personas.
- Hacer una pausa cada 200 km o cada 2 horas de viaje y aprovecha la parada para estirar las piernas, descansar la vista y rehidratarte.
- Tener siempre a mano una botella Agua Mineral te permitirá recordar la importancia de beber agua para estar constantemente hidratado.
- Si además viajes con niños, mayores o embarazadas presta especial atención a su ingesta de agua, ya que tienen más riesgo de deshidratación. Ofréceles agua regularmente aunque no la pidan.
- Elige los formatos y las cantidades que más se adapten a tus necesidades y se previsor ante cualquier imprevisto que te pueda suceder un atasco, una avería, etc.
- Descansa antes de salir. Recuerda que si viajas después de una celebración o de una jornada laboral intensa, conducirás muy fatigado y aumentarás el riesgo de sufrir una accidente. Además de descansar, recuerda hidratarte antes y durante e trayecto de forma adecuada, porque una falta de hidratación aumenta hasta un 60% la posibilidad de tener un accidente.
- Al volante, evita alterarte. Para ello elimina o reduce los estímulos que alteren el sistema nervioso, como el volumen exagerado de música o de cualquier otro dispositivo tecnológico. Además, debes saber que la deshidratación pone en marcha procesos fisiológicos similares a una situación de estrés. ¡No esperes a tener sed!
- Los últimos kilómetros del viaje de larga distantica, son los más peligrosos. Al cansancio acumulado a lo largo de todo el trayecto se añaden las prisas provocadas por las ganas de llegar al destino. Hay que mantener la calma en todo momento, no fijarse una hora de llegada, y nunca conducir más de ocho horas al día.