Agua mineral natural y ejercicio físico para combatir la obesidad
La actividad física se reconoce hoy en día por todos los expertos como una herramienta básica de promoción de la salud. En efecto, realizar algún tipo de ejercicio conlleva una indudable mejora para nuestra salud mental y física y estas ventajas van más allá de algo “teórico” (la reducción de ciertos factores de riesgo que pueden desembocar en el padecimiento de una enfermedad dentro de unos años) ya que también participan activamente en la mejora directa de los síntomas y problemas derivados de algunas patologías. Así, un diabético, una persona con el colesterol elevado, una persona obesa o con sobrepeso, podrán ver mejorado su bienestar tras incorporar a su estilo de vida una actividad física moderada, adaptada a sus características y bien pautada por un experto.
Precisamente, en el caso del sobrepeso y de la obesidad convendría detenernos en unos aspectos que son esenciales. Estos son: la adaptación de la práctica del ejercicio a las características de cada persona, sobre todo en lo que se refiere a la modalidad que se elija, a su frecuencia e intensidad. Estos aspectos son básicos y marcan en gran medida el éxito y la consecución de unos buenos resultados. A menudo, y por este motivo, muchas personas que se animan a hacer algún tipo de actividad física fracasan en su empeño y no siempre por falta de fuerza de voluntad.
Otro aspecto que resulta esencial es la organización de una dieta adecuada. Que la ingestión de alimentos sea razonable todo el mundo comprende que está íntimamente relacionado con alcanzar y mantener un peso adecuado.
Y finalmente, pero no menos importante, hay un tercer aspecto estrechamente ligado a la dieta y a la práctica del ejercicio. Nos referimos a la hidratación correcta. En efecto, todo el mundo habla de lo importante de una adecuada alimentación, de comer esto o aquello, de las calorías, del colesterol, de los antioxidantes, del hierro o la anemia. Con mayores o menores conocimientos, apenas hay nadie que diga no entender de nutrición. Sin embargo, de la hidratación es extraño que solamos acordarnos. Y es extraño por dos motivos principales: el primero es que nuestro cuerpo está formado fundamentalmente por agua (más del 50% en un adulto) y, lógicamente, es obligatorio reponer el agua que perdemos. Esa pérdida de agua corporal se produce por el mero hecho de estar vivos: por respirar, por movernos, por estar insertos en un medio ambiente más o menos cálido o frío. El segundo motivo es lo urgente que es estar bien hidratado. Así, podemos sobrevivir a varios días sin comer pero no podemos estar más que unas cuantas horas sin ingerir agua.
De este modo, podemos seguir una línea de razonamiento que es clave: para estar sanos es necesario hacer una actividad física adecuada, alimentarnos de forma equilibrada y estar bien hidratados. Lógicamente, la práctica del ejercicio conlleva un aumento de la sudoración y por lo tanto un incremento de la necesidad de agua en nuestro organismo. Llegados aquí, parece evidente que al igual que hacemos las recomendaciones dietéticas basadas en la variedad y el equilibrio de los diferentes alimentos a los que tenemos acceso, también será necesario vigilar la calidad de aquellos alimentos y bebidas que nos ayudan a estar bien hidratados.
La correcta hidratación, se alcanza obviamente tras ingerir la cantidad de agua diaria que necesitamos. Para un adulto, esta cantidad se ha estimado en condiciones normales en alrededor de 2 L diarios, pero puede ser muy superior en caso de un clima adverso (mucho calor) y con la práctica de una actividad física muy intensa.
¿Cuáles son las mejores fuentes de agua de las que disponemos?
Es cierto que hay agua en la composición de muchos alimentos como las frutas, hortalizas, lácteos, etc. Pero también es cierto que la mejor manera de hidratarse es bebiendo agua. Como nos preocupa nuestra salud y nuestra hidratación, elegiremos el mejor agua disponible. A este respecto, hay que señalar que el agua mineral natural está reconocida como la mejor manera de hidratarse dadas sus características: es un agua pura por definición, que no ha recibido tratamientos químicos ni bactericidas para purificarla. Exclusivamente es agua que procede de manantiales rigurosamente controlados y cuya composición, dependiendo de la ubicación del manantial, es siempre constante sin importar la época del año. Además, para el deportista el agua mineral natural aporta una serie de ventajas indudables, entre ellas la posibilidad de transportarla fresca y lista para su consumo en cualquier momento y con toda garantía sanitaria. A los que les preocupa su peso, hay que señalarles razones adicionales para consumir agua mineral natural. La primera de ellas y la más obvia, es su capacidad de quitarnos la sed sin aportar ninguna caloría y contribuyendo a saciar nuestro apetito. De este modo, el triángulo de la salud (dieta, ejercicio, hidratación) está firmemente ligado a la ingestión de agua mineral en la cantidad y calidad necesarias.
Por lo tanto, el agua mineral natural es una referencia imprescindible cuando hablamos de una alimentación equilibrada, del mantenimiento del peso correcto y de una hidratación satisfactoria.
Jesús Román Martínez
Experto en nutrición y Secretario General del IIAS